Soy un emprendedor de 35 años que desde muy joven siempre ha tenido la creencia y la visión en mi interior de no querer trabajar para nadie vendiendo mi tiempo a cambio de un sueldo fijo cada mes. Aunque debido a la manera de pensar que nos inculcan desde muy pequeños tanto en casa como en la educación, no tuve el valor de confiar en mis deseos hasta la edad de 27 años. Después de haber trabajado, entre otros sitios, en dos de las multinacionales más grandes del sector del motor y del textil durante varios años, dándome cuenta de que para estas empresas no somos más que un simple número al que exprimen durante 8 horas de trabajo por un sueldo fijo. Poco a poco fui quemándome como un cigarro que dejas en el cenicero durante el día, veía como mis habilidades y mis ganas de crecimiento me hacían pasar por aumentos de mi responsabilidad y llegar a cargos más altos en mi categoría, no así en mis retribuciones económicas. Llegué al punto de decirle a mis responsables que mi etapa en dicha empresa había llegado a su fin, ahí es cuando tuve la oferta de subida de sueldo, pero ya era tarde… había decidido sacar de mí esas creencias limitantes que me impedían echar el vuelo como si de un pingüino se tratase. Aunque me diese cuenta tarde, no hay momento en mi vida en el que me arrepienta de haber pasado por eso, ya que si no es muy posible que aún siguiese trabajando para otra persona.

Soy una persona muy detallista cuando decido colaborar con un negocio para ofrecer mis habilidades para reconocer puntos de falla en sus sistemas de venta, diseñar páginas web, ayudarles a captar clientes potenciales o enseñarles como pueden vender sus productos aunque no sepan vender y no les guste lidiar con clientes. Ahora bien, debo decirte que rechazo quizás más clientes de los que acepto, y esto es debido únicamente a que solo trabajo con gente que tenga la misma filosofía de trabajo que tengo yo. Si detecto que cualquier persona busca o cree que es fácil mejorar o crear un negocio que te ayude en tu vida sin tener que sacrificar cosas de antemano, o que tu éxito no se basa en tu esfuerzo, he de decirte que para mí no eres un cliente válido. Si hay una frase que me identifique al 100% es la siguiente:

LA OBSESION SIEMPRE VENCE AL TALENTO, CUANDO EL TALENTO DECIDE NO ESFORZARSE.